El pasado 20 de octubre tuvo lugar la IX Marcha Senderista Otoño Valle De Ansó, siendo en esta ocasión el recorrido de las ermitas. A pesar de que en los días previos no hizo muy buen tiempo, el domingo nos salió un buen día para salir al monte.
La salida tuvo lugar, como todos los años, desde la plaza mayor de Ansó, donde tras un buen desayuno, los 120 participantes pusieron "pies en polvorosa".
Dejando atrás el pueblo, empezamos a disfrutar del paisaje y el colorido que nos ofrece el otoño.
La marcha, después de cruzar la tejería (área recreativa Barcarea), transcurre por el camino viejo de Ansó-Fago, utilizado antiguamente para enlazar ambos pueblos antes de que existiera la carretera.
Antes de llegar a Puyeta, tuvimos un pequeño incidente con un avispero revolucionado, que no estaban conformes con el recorrido de la marcha, picando a varios participantes. Afortunadamente en ese grupo iban dos médicos, quiénes junto con la Cruz Roja, se encargaron de aliviar los picores.
En hora y media de suave pendiente, llegamos a la Ermita de la Virgen de Puyeta, donde se encuentra el primer avituallamiento, "pa echar un bocao y unos tragos", visitar la ermita de la patrona de Ansó y descansar un poco, que queda mucho camino por delante.
Mientras los del recorrido corto bajaban hacia el camino de Usarna, los del largo seguían subiendo hacía la collada Marianico, dejando atrás la ermita de Puyeta.
Después de unos veinte minutos de ascenso, hasta Fago ya era todo bajada.
Llegamos a la ermita de San Cristobal, y después de visitarla, cruzamos Fago, y comenzamos la subida por el paco Ablento, aunque algunos, en un pequeño despiste, quisieron dirigirse camino Majones, hasta que les echamos el alto.
Una vez llegados a la pista de Forcala, nos estaban esperando con otro suculento avituallamiento, muy agradecido por los senderistas, después de la larga subida.
Con "el estomago en su sitio", tomamos el desvío hacia la borda Champuyó, y una vez allí, comenzamos el descenso por el paco Ezpelá, disfrutando del paisaje otoñal en todo su esplendor: el verde de pinos y abetos, el amarillo de las hayas y el rojizo de los arces, así como de la panorámica con la que nos sorprende Ansó desde "as eslinaderas"
Al pasar de nuevo por la tejería, ya divisamos a lo lejos el trinquete, y sólo nos queda el trámite de subir los 87 escalones, o son 88, o 89, o yo que sé, un montón, menos mal que la recompensa estaba cerca : mesa puesta pa llegar y comer unas suculentas migas, bien de longaniza, chistorra, panceta, (todo a la brasa), queso de postre, y todo ello regado por un buen vino tinto de somontano, para recuperar las fuerzas gastadas en la larga caminata.
Gracias a todos los voluntarios y colaboradores, sin cuya inestimable y desinteresada ayuda, no hubiéramos podido realizarla.
El año que viene nos vemos en Calveira.
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